La fotografía encadena mi
memoria. No solo la constriñe a lo visto.
La melancólica emoción de lo
irrecusable se hace visible.
El alma de la fotografía es el
encuentro.
Si ayer fotografiaba silencios
hoy fotografío mi propia voz.
Este viaje tejido sobre una
memoria de luces, destellos, ilusiones ópticas,
persigue una revelación.
Un puente.
Un puente sobre el abismo.
La escenografía visible de un
sentimiento al compás de mis emociones.
Hoy tengo la conciencia de que
una forma de ver es una forma de ser.
La fotografía es un poderoso
médium.
Nos lleva al otro lado de la
vida.
Y allí, atrapados en su mundo
de luces y sombras,
siendo solo presencia, también
vivimos.
Inmutables. Sin penas.
Redimidos nuestros pecados.
Por fin domesticados…
Congelados.
Al otro lado de la vida, de
donde no se vuelve.
Alberto García Alix.
Amor
ResponderEliminarEs genial.
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